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Los ladrones de tiempo

Siguiendo con las conclusiones extraídas de la etnografía digital realizada por Epsilon Technologies, acerca de las dificultades de los españoles en materia de organización, queremos dedicar el post de hoy a comentar algunos de los principales enemigos de la organización; las interrupciones.

Cada vez que te ves envuelto en una interrupción, pueden llegar a pasar hasta 10 minutos hasta volver a recuperar la concentración, te impiden trabajar de una forma continuada, obligándote a parar, y a cambiar lo que deberían ser días de trabajo por momentos de trabajo.

Queremos identificar alguno de ellos para reconocerlos y así evitarlos.

Aplazar tareas: Hazlas cuanto antes y evitarás el estrés y la culpabilidad que se genera al aplazarlas.

Reuniones. En primer lugar, siempre hay que evaluar la necesidad de la reunión y convocar sólo a las personas implicadas. Se deben definir los temas a tratar y establecer un tiempo máximo.

Revisar el correo compulsivamente: Lo conveniente es destinar unos minutos de cada hora para revisarlo y por supuesto ordenarlo.

Interrupciones: De socios, colaboradores, llamadas de teléfono, proveedores sin cita… Debemos ser tajantes, no permitir que nada ni nadie nos desconcentre y destinar tiempos para cada tipo de interrupción.

Teléfono: Crear un filtro para las llamadas recibidas y establecer un tiempo para las emitidas.

Las redes sociales y el correo personal: No ingreses en ninguna red social, con ánimo de esparcimiento, durante tu jornada laboral.

Esperas: Muchas personas hacen esperar a los demás, en lugar de esperar a que nos atiendan, debemos invertir rentablemente ese tiempo haciendo tareas.

Ordenar y clasificar: Estas tareas deberíamos aplazarlas para momentos vacíos.

Relaciones públicas: Hay sectores en los que “tomar algo” es parte de la acción de comunicación, si es vuetro caso debéis lo tener en cuenta para la planificación de cada una de ellas.

El perfeccionismo extremo: a los trabajos hay que darles el tiempo suficiente y no sobrepasarnos en la inversión de aportar más del que es realmente necesario.